Monday, July 17, 2006

La alta cocina peruana ya es un negocio apetecible

La cocina nacional, valorada como una de las más variadas y ricas del orbe, ofrece grandes oportunidades para convertirse en un producto de exportación, ya que es apreciada por los consumidores latinoamericanos, europeos y norteamericanos, tal como lo indican estudios de mercado realizados fuera del Perú.Ese prestigio culinario abre un sinnúmero de oportunidades de negocio para el Perú. No en vano desde hace diez años se han publicado más libros de cocina que en toda su historia editorial; mientras que en Lima se han abierto en el último lustro alrededor de 22 escuelas de cocina reconocidas oficialmente.Un ejemplo de la labor de difusión de los platos y los sabores nacionales es el chef empresario Gastón Acurio, un símbolo de gastronomía peruana en el mercado internacional.Su restaurante Astrid y Gastón ya se encuentra en seis países de América del Sur y pronto lo estará en México y Madrid. Su cebichería La Mar se alista para entrar en Brasil, México, Panamá, Ecuador y Estados Unidos. Como Gastón, otros empresarios ya iniciaron el largo peregrinaje para colocar nuestros sabores en los mercados del mundo. “La cocina peruana ya es un boom. Tenemos que prepararnos para incursionar con éxito en este tipo de negocios”, manifestó Luis Lumbreras Flores, director nacional del Centro de Formación en Turismo (Cenfotur).
Los chefs. Hace una semana se graduó la primera promoción de Cocina Peruana en Cenfotur, carrera técnica que duró dos años y cuyo currículo fue elaborado por Gastón Acurio.“Salieron 25 alumnos y todos trabajan ya. Ha sido un éxito total”, informó Lumbreras, quien proyecta abrir nuevos locales en Arequipa, Puno e Iquitos, para formar a más jóvenes chefs peruanos.
Adiós pobreza. Por su parte, Gastón Acurio cree firmemente que el éxito de los restaurantes peruanos por el mundo traerá consigo muchos beneficios directos e indirectos para el país.“La demanda de productos tan comunes como papa amarilla, ají, cebolla roja, rocoto o limón se multiplicaría infinitamente con la apertura de un mayor número de restaurantes peruanos en el mundo.“De ese modo –prosiguió–, acabaríamos con la pobreza del campesino. Hoy, por ejemplo, la papa amarilla se vende en mercados étnicos de Europa a cinco euros el kilo. Al campesino peruano se le paga 30 céntimos de nuevo sol el kilo en chacra. El nuevo escenario transformaría esto y desaparecería un permanente caldo de cultivo para la inestabilidad del país.” En dicho escenario agregó se generarían también industrias y productos como salsas, tragos, libros, revistas, turismo gastronómico, entre otros.

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